Para poder definir qué son las protrusiones discales, se requiere conocer que los discos intervertebrales constituyen una estructura gelatinosa que está cubierta por un anillo de cartílago fibroso, encargadas de mantener unidos los cuerpos óseos de la columna vertebral.

En razón de esto, en la región de la columna cervical, esta unión resulta ser altamente flexible, lo que proporciona al cuello una amplia libertad de movimiento, motivo que lo predispone a sufrir lesiones.

Considerando lo anterior, se define la protrusión discal cervical como un cambio patológico en el disco intervertebral, en el que el núcleo pulposo no sobresale y el anillo fibroso del mencionado disco no se desgarra, sino que el mismo se arquea hacia afuera y hasta se puede rasgar muy ligeramente.

En pocas palabras, el termino medico protrusión indica un desplazamiento del disco intervertebral cervical, y representa una etapa previa a la aparición de una hernia discal cervical.

Síntomas

Por lo general, un disco abultado a nivel cervical puede ser indoloro, pero existe la posibilidad que la inflamación presente puede causar dolor y movimiento restringido en el nivel espinal afectado, y que puede ser irradiado a otras zonas del cuello, pudiendo ser estos síntomas resueltos satisfactoriamente.

Ahora bien, si el núcleo pulposo se hernia en un lugar en el que existen nervios, las sustancias que lo contienen se excitan generando los siguientes síntomas:

  • Dolor en la espalda, en la zona cervical o lumbar de acuerdo donde se haya producido la hernia, producido por la rotura de la envuelta fibrosa y por la contractura refleja de la musculatura de ese nivel.
  • Dolor localizado en el brazo, en el caso de protrusiones o hernias cervicales y en la pierna en el caso de las lumbares, debido a la liberación de neurotransmisores y neuromoduladores como la Sustancia P o la Neuroquímica A, que provocan la inflamación del disco, la raíz nerviosa y los tejidos blandos de la zona, e irritan químicamente la raíz nerviosa.

También ocurre que si el volumen de la protrusión o hernia es suficientemente grande o, si la inflamación resulta ser importante, puede comprimir la raíz nerviosa. Si se llegan a comprimir nervios sensitivos, puede aparecer una pérdida o alteración de sensibilidad en la zona cuya sensibilidad recoge ese nervio.

Si se llega a comprimir un nervio motor, disminuye la fuerza del grupo muscular transmitido por ese nervio.

Tratamiento

Las evidencias científicas recomiendan que solo haya que tratar las protrusiones discales que realmente afectan la salud del individuo. Por lo tanto, una hernia discal que no comprima la raíz nerviosa no amerita de un tratamiento específico, por lo cual el dolor seria tratado como un síndrome inespecífico; en otras palabras, como si la protrusión no hubiera existido o no se hubiese detectado.

En los casos en que una protrusión discal comprime una raíz nerviosa, estas se curan por si solas, y el tratamiento médico es administrado para coadyuvar y acelerar ese proceso, logrando reducir la intensidad del dolor. Por lo tanto, de acuerdo a la situación concreta del paciente, durante el episodio doloroso, se recomienda aplicar:

  • Antiinflamatorios para contrarrestar la inflamación del disco causante de la protrusión y acelerar la pérdida de volumen.
  • Analgésicos para calmar el dolor
  • Relajante muscular para reducir la contractura del musculo
  • Hacer ejercicios cuando el dolor lo permita
  • Infiltraciones epidurales de corticoides, que reflejan un efecto positivo transitorio y no muy intenso
  • Cirugía discal en pacientes con dolor irradiado que no tuvieron éxito con los tratamientos conservadores antes descritos.

Ejercicios

  1. Movilizaciones discales: por ser la región del cuello una zona del cuerpo diseñada para ser tratada de forma delicada y consciente en función de la patología del paciente, se sugiere aplicar movilizaciones suaves que se adapten a aquellas personas con disfunciones, dolor y tensión muscular.

 

  1. Patrones cruzados de hombros y cervical: en el caso de lesiones de la columna cervical, se deben emplear además de los ejercicios de cuello, todas aquellas zonas cercanas a él como hombros y miembros superiores. Por ello se sugiere que sean movilizados y trabajados realizando ejercicios en patrones cruzados tanto de la articulación del hombro como de la zona cervical.

 

  1. Ejercicios isométricos para el cuello: estos son utilizados en las primeras etapas de la lesión, cuando la movilidad no está activa completamente, haciéndose necesario que el paciente realice contracción de sus músculos cervicales, sin que tenga que crear un movimiento que amplíe la longitud del musculo, debido a que el objetivo durante ese lapso de tiempo es evitar la atrofia de la musculatura.